Normalmente se diagnostica en niños pequeños, en la edad de 1 a 3 años. Al inicio del proceso podemos notar un chasquido o resorte al realizar la flexión y extensión del pulgar, que a veces es doloroso; pero lo más frecuente es que nos encontremos con que el niño tiene un pulgar flexionado que no podemos extender, y en la base del pulgar podamos palpar un pequeño bulto.
Se debe a un conflicto de espacio entre el tendón flexor del pulgar y una banda fibrosa (polea) por dentro de la que desliza. Si esta polea es más estrecha de lo normal el tendón se irrita e inflama al rozar cada vez que el niño mueve el dedo hasta que el nódulo que se forma por esa inflamación no cabe por dentro de la polea y el dedo queda bloqueado sin poderse extender.

Es raro que se resuelva espontáneamente, por lo que su tratamiento es quirúrgico una vez que el niño tiene más de 1 año de edad. La cirugía es sencilla, aunque necesita anestesia general. Consiste en abrir esa polea para que el tendón pueda deslizar. La recuperación es rápida, lo que tardan en quitarse los puntos, y los resultados son buenos.