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sábado, 30 de junio de 2012

GENU VALGO, GENU VARO

Otra de las preocupaciones habituales de los padres es la alineación que presentan las piernas al mirarlas desde el frente, lo que conocemos como patrón angular. Esta alineación presenta gran variabilidad dentro de la normalidad, pudiendo encontrarnos con piernas arqueadas (genu varo, cuando las rodillas se separan y los tobillos se juntan), rectas o con forma de X (genu valgo, cuando las rodillas se juntan y los tobillos se separan)
Y esta alineación va cambiando a medida que el niño crece: desde el nacimiento hasta los 18 meses-2 años lo normal es observar un genu varo, a partir de esta edad las piernas se van alineando hasta que aparece un genu valgo que aumenta progresivamente hasta los 3-4 años y posteriormente disminuye de nuevo hasta los 7-9 años en que ya presentará la forma que se va a mantener el resto de la vida.
Al llegar al final de este proceso evolutivo la situación habitual es un leve genu valgo, aunque la presencia de un leve genu varo o de un moderado genu valgo también son normales. Lo importante de esto no es la estética, que nos guste más o menos la forma de las piernas, sino las consecuencias que esta forma pueda traer en el futuro sobre las rodillas. Mientras la forma de las piernas permita que la transmisión del peso desde la cadera al tobillo pase centrada por la rodilla la alineación es correcta. Si esta transmisión de carga se realiza por fuera o por dentro de la rodilla la alineación no es correcta.

En alguna ocasión, aunque poco habitual, la mala alineación sobre todo en genu varo puede deberse a patologías como enfermedad de Blount, emfermedades metabólicas , displasias óseas, secuelas de fracturas o infecciones.

Para valorar si la alineación es correcta o no y si puede deberse a patología generalmente es suficiente con la exploración física del niño. Y como he comentado es fundamental tener en cuenta la edad y la alineación que corresponde a esa edad. Ante la posibilidad clínica de que exista una alineación inadecuada se realizan radiografías para valorar si es correcta o no y descartar patología. Debemos sospechar de la existencia de alteraciones si vemos un genu varo que persiste más allá de los 3 años y es progresivo, un genu valgo con separación de tobillos mayor de 9 cm después de los 8-10 años, o si existe asimetría entre ambas piernas.

En la mayoría de las ocasiones por lo tanto la evolución a lo largo de los primeros años de vida nos lleva a una alineación normal, por lo que no es necesario ningún tipo de tratamiento más que la observación periódica. Además el uso de aparatos ortopédicos, plantillas,... no consigue modificar esta evolución. En los casos en que exista alguna patología causante de la deformidad, o que el varo o el valgo sobrepasen los valores normales, el tratamiento indicado normalmente es la cirugía.

Si el niño ya ha llegado al final del crecimiento se necesita realizar osteotomías correctoras, es decir, cortar el hueso para modificar su alineación. Esta es una cirugía agresiva y que puede presentar complicaciones. Sin embargo si al niño le queda todavía crecimiento suficiente por delante se puede realizar lo que llamamos crecimiento guiado, una técnica sencilla que modula el crecimiento del hueso para que progresivamente corrija su alineación.

Así que antes de recurrir a tratamientos innecesarios e ineficaces consultad con vuestro pediatra o con un especialista en Ortopedia Infantil; lo más probable es que vuestro hijo no necesite ningún tratamiento, pero si lo necesita es importante que no haya finalizado el crecimiento para poderlo corregirlo de la forma más sencilla posible.

jueves, 17 de mayo de 2012

EL NIÑO METE LOS PIES

Uno de los aspectos que más llama la atención al fijarse en la marcha de los niños es la dirección en la que apuntan los pies; un porcentaje mayoritario de la población camina con los pies apuntando al frente o ligeramente hacia afuera, pero algunos los sacan hacia afuera de forma exagerada y muchos otros los meten más de lo que nos puede parecer normal. A esto se suele unir en el caso del niño pequeño las caídas frecuentes, debidas más a su inmadurez motora que a esta posición de los pies, que incrementan la preocupación y el deseo de hacer algo para corregirlo y evitar problemas futuros.

Todas estas variaciones las conocemos los traumatólogos infantiles como alteraciones rotacionales de la marcha, pero más que alteraciones son variaciones más o menos exageradas de la normalidad que generalmente van a mejorar espontáneamente a medida que el niño crece y que no van a dar problemas.

Pero ¿a qué se debe que los pies apunten hacia adentro o hacia afuera? En ocasiones alteraciones de la forma de los pies pueden ser las causantes, pero la mayoría de las veces la respuesta no está en los pies. La exploración física es fundamental para descartar una patología subyacente responsable y para localizar el origen de la alteración rotacional. Porque normalmente la orientación de los pies se debe a la forma que tienen los huesos de nuestras piernas, es decir, el fémur y la tibia. Estos huesos presentan una rotación sobre su propio eje variable de unas personas a otras, condicionada por sus genes. Si alguno de ellos está más rotado hacia adentro los pies apuntarán hacia adentro; lo mismo hacia afuera.

Como los médicos somos aficionados a dar nombres raros a las cosas, esto no iba a ser una excepción. A la rotación del fémur sobre su eje le llamamos anteversión femoral; si esta rotación presenta un valor interno mayor que la media hablamos de anteversión femoral aumentada y los pies apuntan hacia adentro; si la rotación es más externa hablamos de anteversión femoral disminuida o retroversión femoral y los pies apuntan hacia afuera. Con la tibia ocurre lo mismo, podemos tener una torsión tibial interna o una torsión tibial externa que condicionan la orientación del pie.

Los niños tienen una rotación interna de fémur y tibia mayor que la que van a tener de adultos. Por esto es más frecuente ver niños que meten los pies que adultos que lo hagan. Y esta mayor rotación interna del fémur hace que sean capaces de sentarse en posición de W. A medida que crecen tanto fémur como tibia van rotando hacia afuera, con lo que los pies van saliendo. Esto ocurre aproximadamente hasta los 10 años y es variable de unos niños a otros. Y esta es una evolución natural que no podemos modificar con ningún tratamiento.

Así que no busquéis remedio con plantillas, calzados especiales o aparatos porque no van a modificar esta evolución y sólo se va a conseguir incomodar al niño. Es excepcional que cuando el niño sea mayor la posición de los pies no sea adecuada, y no le va a traer consecuencias negativas. Si así fuera la solución pasa por la cirugía, pero como he dicho esto es excepcional.

Así que si tenéis dudas sobre la forma de andar de vuestros hijos acudid a vuestro pediatra o a un especialista en traumatología y ortopedia infantil para que lo valore, pero no iniciéis tratamientos innecesarios, inútiles y molestos para el niño.

domingo, 8 de abril de 2012

MI HIJO PISA MAL

Quizá ésta sea la frase que más oigo en la consulta. Como padres nos preocupa que nuestros hijos tengan algún problema que pueda afectarles en el futuro y si es posible lo queremos solucionar cuanto antes. Además, y pese a la difícil situación actual, hay que reconocer que vivimos en una época y una sociedad afortunadas. Nuestros niños en general son sanos y esto nos hace prestar atención a cosas que de otra forma pasaríamos por alto. Y así nos fijamos en cómo caminan y a veces lo que vemos no nos gusta demasiado, sobre todo al compararlo con el niño de al lado. O no le damos importancia pero cerca hay alguien que sí se la da, y esto nos hace sentirnos mal porque parece que no nos preocupamos por nuestro hijo.
Pero, ¿qué es pisar bien o pisar mal, andar bien o andar mal? Porque quizá más correcto que decir mal sería decir distinto a otros. En la mayoría de las ocasiones esa forma de pisar que no nos gusta no se debe a ninguna patología, y tampoco va a traer consecuencias negativas en el futuro; se trata de algo absolutamente normal.
Entonces, ¿por qué unos niños pisan o andan de una forma y otros de otra? Pues por la misma razón por la que son diferentes en el resto de sus características físicas. Todos somos normales y sin embargo somos distintos, y esto también vale para la forma de nuestras piernas y nuestros pies, que van a condicionar nuestra forma de caminar. Además esta forma va cambiando a lo largo del crecimiento.
Dejando a un lado las alteraciones de la marcha debidas a patología, la mayoría de las preocupaciones se deben a variaciones de la forma normal que podemos agrupar en tres grupos: las alteraciones rotacionales (el niño camina con los pies apuntando hacia dentro o hacia fuera), las alteraciones axiales (las piernas tienen forma de paréntesis con rodillas separadas y tobillos juntos, o de X con rodillas juntas y tobillos separados) y la forma del pie (mayor o menor arco plantar, mayor o menor inclinación del talón)
Todas estas variaciones de la normalidad no necesitan tratamiento; tampoco podemos modificarlas con medidas como zapatos especiales, plantillas o aparatos. Sólo en algunos casos especialmente exagerados puede estar indicado algún tipo de tratamiento, pero generalmente será quirúrgico.
En entradas sucesivas os iré detallando un poco más cada una de estas alteraciones. Pero como siempre, si tenéis dudas poneos en contacto con un especialista en ortopedia infantil para que valore a vuestro hijo.

viernes, 6 de abril de 2012

¿PORQUÉ ESTE BLOG?

Un saludo a todos los que lean estas líneas. Mi intención al publicar este blog es explicar de forma sencilla y fiable distintos temas relativos a la cirugía ortopédica y traumatología infantil, de forma que sean entendidos con facilidad por el público en general y por los padres de niños con alguno de estos problemas en particular.
La información que obtenemos de internet sobre cualquier materia puede ser muy amplia y muchas veces con enfoques contradictorios, y esto es especialmente frecuente y peligroso en medicina. Un mismo síntoma sacado de su contexto puede encajar en diagnósticos de muy diversa gravedad. Para una misma enfermedad podemos encontrar distintas opciones de tratamiento de las que desconocemos si están respaldadas por la comunidad científica o si por el contrario están obsoletas o son la opinión particular de alguien sin conocimiento de lo que habla. Por esto es importante seleccionar con espíritu crítico esta información, y desde estas páginas voy a intentar que sea fiable y os sirva de orientación.
Pero no olvidéis que para cada caso particular lo fundamental es la valoración clínica que realice un especialista en cirugía ortopédica y traumatología infantil, y en nuestro país tenemos la suerte de disponer de estupendos especialistas en esta subespecialidad en prácticamente todas las comunidades; es en ellos en quienes debéis depositar vuestra confianza.