Otra de las preocupaciones habituales de los padres es la alineación que presentan las piernas al mirarlas desde el frente, lo que conocemos como patrón angular. Esta alineación presenta gran variabilidad dentro de la normalidad, pudiendo encontrarnos con piernas arqueadas (
genu varo, cuando las rodillas se separan y los tobillos se juntan), rectas o con forma de X (
genu valgo, cuando las rodillas se juntan y los tobillos se separan)
Y esta alineación va cambiando a medida que el niño crece: desde el nacimiento hasta los 18 meses-2 años lo normal es observar un genu varo, a partir de esta edad las piernas se van alineando hasta que aparece un genu valgo que aumenta progresivamente hasta los 3-4 años y posteriormente disminuye de nuevo hasta los 7-9 años en que ya presentará la forma que se va a mantener el resto de la vida.
Al llegar al final de este proceso evolutivo la situación habitual es un leve genu valgo, aunque la presencia de un leve genu varo o de un moderado genu valgo también son normales. Lo importante de esto no es la estética, que nos guste más o menos la forma de las piernas, sino las consecuencias que esta forma pueda traer en el futuro sobre las rodillas. Mientras la forma de las piernas permita que la transmisión del peso desde la cadera al tobillo pase centrada por la rodilla la alineación es correcta. Si esta transmisión de carga se realiza por fuera o por dentro de la rodilla la alineación no es correcta.
En alguna ocasión, aunque poco habitual, la mala alineación sobre todo en genu varo puede deberse a patologías como enfermedad de Blount, emfermedades metabólicas , displasias óseas, secuelas de fracturas o infecciones.
Para valorar si la alineación es correcta o no y si puede deberse a patología generalmente es suficiente con la exploración física del niño. Y como he comentado es fundamental tener en cuenta la edad y la alineación que corresponde a esa edad. Ante la posibilidad clínica de que exista una alineación inadecuada se realizan radiografías para valorar si es correcta o no y descartar patología. Debemos sospechar de la existencia de alteraciones si vemos un genu varo que persiste más allá de los 3 años y es progresivo, un genu valgo con separación de tobillos mayor de 9 cm después de los 8-10 años, o si existe asimetría entre ambas piernas.
En la mayoría de las ocasiones por lo tanto la evolución a lo largo de los primeros años de vida nos lleva a una alineación normal, por lo que no es necesario ningún tipo de tratamiento más que la observación periódica. Además el uso de aparatos ortopédicos, plantillas,... no consigue modificar esta evolución. En los casos en que exista alguna patología causante de la deformidad, o que el varo o el valgo sobrepasen los valores normales, el tratamiento indicado normalmente es la cirugía.
Si el niño ya ha llegado al final del crecimiento se necesita realizar osteotomías correctoras, es decir, cortar el hueso para modificar su alineación. Esta es una cirugía agresiva y que puede presentar complicaciones. Sin embargo si al niño le queda todavía crecimiento suficiente por delante se puede realizar lo que llamamos crecimiento guiado, una técnica sencilla que modula el crecimiento del hueso para que progresivamente corrija su alineación.
Así que antes de recurrir a tratamientos innecesarios e ineficaces consultad con vuestro pediatra o con un especialista en Ortopedia Infantil; lo más probable es que vuestro hijo no necesite ningún tratamiento, pero si lo necesita es importante que no haya finalizado el crecimiento para poderlo corregirlo de la forma más sencilla posible.