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domingo, 8 de abril de 2012

MI HIJO PISA MAL

Quizá ésta sea la frase que más oigo en la consulta. Como padres nos preocupa que nuestros hijos tengan algún problema que pueda afectarles en el futuro y si es posible lo queremos solucionar cuanto antes. Además, y pese a la difícil situación actual, hay que reconocer que vivimos en una época y una sociedad afortunadas. Nuestros niños en general son sanos y esto nos hace prestar atención a cosas que de otra forma pasaríamos por alto. Y así nos fijamos en cómo caminan y a veces lo que vemos no nos gusta demasiado, sobre todo al compararlo con el niño de al lado. O no le damos importancia pero cerca hay alguien que sí se la da, y esto nos hace sentirnos mal porque parece que no nos preocupamos por nuestro hijo.
Pero, ¿qué es pisar bien o pisar mal, andar bien o andar mal? Porque quizá más correcto que decir mal sería decir distinto a otros. En la mayoría de las ocasiones esa forma de pisar que no nos gusta no se debe a ninguna patología, y tampoco va a traer consecuencias negativas en el futuro; se trata de algo absolutamente normal.
Entonces, ¿por qué unos niños pisan o andan de una forma y otros de otra? Pues por la misma razón por la que son diferentes en el resto de sus características físicas. Todos somos normales y sin embargo somos distintos, y esto también vale para la forma de nuestras piernas y nuestros pies, que van a condicionar nuestra forma de caminar. Además esta forma va cambiando a lo largo del crecimiento.
Dejando a un lado las alteraciones de la marcha debidas a patología, la mayoría de las preocupaciones se deben a variaciones de la forma normal que podemos agrupar en tres grupos: las alteraciones rotacionales (el niño camina con los pies apuntando hacia dentro o hacia fuera), las alteraciones axiales (las piernas tienen forma de paréntesis con rodillas separadas y tobillos juntos, o de X con rodillas juntas y tobillos separados) y la forma del pie (mayor o menor arco plantar, mayor o menor inclinación del talón)
Todas estas variaciones de la normalidad no necesitan tratamiento; tampoco podemos modificarlas con medidas como zapatos especiales, plantillas o aparatos. Sólo en algunos casos especialmente exagerados puede estar indicado algún tipo de tratamiento, pero generalmente será quirúrgico.
En entradas sucesivas os iré detallando un poco más cada una de estas alteraciones. Pero como siempre, si tenéis dudas poneos en contacto con un especialista en ortopedia infantil para que valore a vuestro hijo.

viernes, 6 de abril de 2012

¿PORQUÉ ESTE BLOG?

Un saludo a todos los que lean estas líneas. Mi intención al publicar este blog es explicar de forma sencilla y fiable distintos temas relativos a la cirugía ortopédica y traumatología infantil, de forma que sean entendidos con facilidad por el público en general y por los padres de niños con alguno de estos problemas en particular.
La información que obtenemos de internet sobre cualquier materia puede ser muy amplia y muchas veces con enfoques contradictorios, y esto es especialmente frecuente y peligroso en medicina. Un mismo síntoma sacado de su contexto puede encajar en diagnósticos de muy diversa gravedad. Para una misma enfermedad podemos encontrar distintas opciones de tratamiento de las que desconocemos si están respaldadas por la comunidad científica o si por el contrario están obsoletas o son la opinión particular de alguien sin conocimiento de lo que habla. Por esto es importante seleccionar con espíritu crítico esta información, y desde estas páginas voy a intentar que sea fiable y os sirva de orientación.
Pero no olvidéis que para cada caso particular lo fundamental es la valoración clínica que realice un especialista en cirugía ortopédica y traumatología infantil, y en nuestro país tenemos la suerte de disponer de estupendos especialistas en esta subespecialidad en prácticamente todas las comunidades; es en ellos en quienes debéis depositar vuestra confianza.